De madrugada, como suceden estas cosas, las tropas del Ejército de Liberación Popular de China entraron en Tíbet un 7 de octubre de 1950. Setenta años de “ocupación” al decir de los liberados. Setenta años de la “reintegración a la madre patria”, sostiene Pekín. La suerte de Tíbet, el techo del mundo, parece dirimida: China ha hecho valer su fuerza y cada vez son menos los líderes que reciben al Dalai Lama por temor a represalias. Ni siquiera lo ha hecho el presidente Donald Trump, cuya retórica anti China va por derroteros más pragmáticos.
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