Mi padre solía decir que los pocos pollos que se comió en los años de postguerra eran mejores que los que se pueden encontrar hoy en cualquier supermercado. Esta frase resume el sentir popular sobre la alimentación a principios del siglo XXI. La intensa tecnificación de la producción, el tratamiento de la comida como mercancía, el enorme beneficio que produce en muchos sectores y los recientes casos de posible fraude en la producción, como en el caso de las hamburguesas, hace desconfiar a la opinión pública de la calidad de lo que se come.
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