Los precios en Damasco se cuadruplican, salvo los de los bienes básicos. El turismo, que era el 17% de la economía, se esfuma. A los habitantes de la capital siria, antes tan cosmopolita y serena, se les ve resignados. Los precios se han cuadruplicado, excepto pan, arroz y harina, que el gobierno subsidia para cubrir necesidad básicas. Las tarjetas de crédito extranjeras no funcionan. No se puede enviar o recibir dinero de fuera. La industria también sufre. Para la maquinaria pesada comprada en occidente no se pueden importar ya recambios.
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