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A la caza del turista sin escrúpulos

Tras la máscara de los clubs con música en vivo, van apareciendo pequeños tugurios rectangulares, mugrientos y oscuros; con una barra en el centro del local donde se exhiben grupos de niñas -o niños, en la zona homosexual con el único atuendo de una diminuta pieza de ropa interior y una chapa enganchada a ella con un número inscrito, el que el cliente debe susurrar al oído del camarero antes de pagar unos pocos dólares y subir a una habitación.

| etiquetas: turismo , sexual , pederastia

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