Hay una parte de catalanes, menos creyentes o menos chiflados, que sienten vergüenza ajena al comprender el disparate de la equiparación de sufrimientos entre el pueblo catalán y los sufrimientos del pueblo de Israel o de la India liderada por Gandhi. Los dos modelos de Estados de la diplomacia de Artur Mas, en uno y otro viaje, descubren con desnudez la profunda perversión que la política de corto plazo es capaz de inyectar en personas sensatas.
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