La prohibición de consumir determinados productos es algo muy discrecional, según los criterios de la autoridad del momento. El café, bebida que muchos tomamos en diferentes horas del día y en distintas combinaciones para mantenernos despiertos, estuvo prohibido en Rusia, en el siglo XIX, con penas de tortura y mutilación. El consumidor de café era castigado cortándole la nariz o las orejas.
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