No se trata de un procedimiento penal: es una persecución política. Además de ser una venganza contra Assange, aplicada con toda la saña posible y con todos los recursos al alcance, lo que protagoniza EE.UU. y sus aliados es un escarmiento que sirva de advertencia para todos y todas quienes quieran osar transitar el mismo camino en defensa de la libertad de información en su sentido pleno y del derecho a la comunicación. La motivación detrás de esta persecución política es una vendetta. Es un acto total de venganza.
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