En los inicios del universo, la radiación cósmica de fondo era cegadora. La expansión del universo la fue enfriando y ya no es visible, sino que permanece invisible en forma de microondas, un tipo de luz que pueden recoger aparatos como nuestros televisores (si sintonizamos la TV entre dos canales, el 1% de esa estática o nieve que aparece en pantalla es calor residual del big bang). La radiación cósmica de fondo lo envuelve todo. Si nuestros ojos la registraran, veríamos relucir el espacio con una blancura parecida a la del interior de una...
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