El caso peculiar es Estados Unidos. Desde 1977, el gobierno de este país ha ejecutado a 1.200 personas y aún permanecen en el corredor 3.200, el 18% del total mundial de condenados a muerte. La pena de muerte está muy enraizada en el 'país de las oportunidades'. Aún se siguen ajusticiando a personas con evidente discapacidad mental o tras juicios en los que no se presentaron pruebas atenuantes durante la implantación de la pena.
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