Me llamo Lorenzo Parra. Soy un parado de una capital de provincias española, una cualquiera, ni muy grande ni muy pequeña.
A tan solo unos días de que en las elecciones andaluzas haya irrumpido con sorprendente fuerza su partido, debo explicarle por qué hace unos años irrumpió, con más fuerza todavía, otro partido al que yo voto: Podemos. Muchos se asustaron y llamaron comunistas, chavistas, terroristas o antiespañoles, entre otras lindezas, a sus miembros y sus votantes, y se desató toda una campaña mediática contra ellos con el objetivo de desactivarlos. Su partido no sufrirá una igual, puede estar seguro.
Mire usted, señor Abascal:
Cuando usted culpa a un partido que no ha gobernado, Podemos, de todos los males de España y calla sobre la corrupción salvaje de los que sí lo han hecho, nace un antifascista.
Cuando usted se golpea el pecho porque se desentierra a Franco mientras se burla de los miles de ESPAÑOLES que siguen enterrados en las cunetas, nace un antifascista.
Cuando presume de constitucionalista mientras calla ante las amnistías fiscales ANTICONSTITUCIONALES, nace un antifascista.
Cuando propone eliminar las autonomías mientras usted ocupó un escaño en el parlamento vasco, nace un antifascista.
Cuando el partido al que usted perteneció muchos años, el PP, regala 60 000 millones de euros de todos los españoles a la banca mientras usted criminaliza a los inmigrantes, nace un antifascista.
Cuando apoya las políticas de recortes neoliberales mientras usted lleva décadas viviendo de lo público, nace un antifascista.
Cuando habla de cambio en España usted que llegó a la política de la mano de Esperanza Aguirre, nace un antifascista.
Cuando a usted le molestan tanto los chalets de unos pero no los áticos de otros, nace un antifascista.
Cuando está todo el día con la palabra España en la boca porque lo único que tiene que ofrecer son banderas, que no se comen, nace un antifascista.
Cuando usted habla de libertad y no permite ni siquiera que los españoles decidan su propio modelo de Estado, nace un antifascista.
Pues eso, señor Abascal, ya no le canso más.
La solemnidad y la fe ciega en cosas abstractas como la nacionalidad o la bandera, son peligrosas. Es bueno, de vez en cuando, tirar la bandera de un manotazo porque, a menudo, se esconden detrás de ella muchas ratas y cucarachas que la carcomen y es entonces cuando se rompen los países. No por ello se es menos español. Algo de iconoclastia es muy sano.
No tenga tanto miedo a Podemos y sus votantes, que somos tan españoles como usted y, en este país, los únicos que han impuesto dictaduras criminales no han sido los comunistas, ni los chavistas, ni los reptilianos, sino quienes todos sabemos.
En fin, no le invito a mi casa porque ya le conozco: ustedes son los de siempre pero sin la máscara sonriente que se solían poner.