España ha ganado el Mundial con un estilo que no decimos que la FIFA deba defender, pero que al menos debería no penalizar. Las acciones violentas, reiteradas, claramente ilegales y evidentemente planificadas por algunos seleccionadores, han sido toleradas por árbitros de capacidad ya dudosa antes de empezar. Lo que rechazamos es la permisividad y la "mirada comprensiva". La tarjeta amarilla tras la agresión de Nigel de Jongh a Xabi Alonso muestra dos cosas: que el árbitro ha visto la agresión y que se salta a la torera el reglamento.
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