Carromero, un apellido que en Cuba ya sería premonitorio, fue a la isla a conspirar contra la dictadura y le salió el tiro por el tubo de escape con dos de los principales opositores al régimen muertos en una cuneta. Llega a conducir el chaval un autobús y se liquida a toda la disidencia cubana en un cambio de rasante. El accidente fue tan extraño que Fidel Castro no sabía si encerrarlo y tirar la llave o darle una medalla por los servicios prestados.
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