Unas dos mil personas entre participantes y espectadores se congregan en una noche de verano en una franja costera de la ciudad de Montevideo. Rugen los motores de autos y motocicletas, hay música, alcohol y, presumiblemente, apuestas. Las autoridades están preocupadas por los accidentes que se generan y por las crecientes denuncias de vecinos a los que les molestan los ruidos, la inseguridad y el ambiente que rodea a estos eventos.
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