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Carlos Dívar: El calvario de un hombre perplejo [opinion]

Abrumado por una derrota que no entiende ni entenderá nunca, entre otras cosas porque no le han ayudado en absoluto a entenderla quienes son los suyos: la prensa amiga, los jueces amigos, el ministro amigo, el escolta amigo. Carlos Dívar creyó que la política era la de siempre y que las normas eran las de siempre. Sin embargo, al país le había entrado un celo ético incomprensible, ajeno, extranjero. De pronto, este país se comportaba como un extraño con sus mejores hijos. Ni que fuéramos noruegos. Ni que fuéramos luteranos

| etiquetas: carlos dívar , ética , opinión , corrupción , dimisión , tribunal supremo
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