Los cargos intermedios no poseen ni la sabiduría del líder ni el talento de los que realmente hacen el trabajo. Ni tienen la autoridad del jefe ni cuentan con el respeto de los que con su talento y su esfuerzo realizan la proeza diaria de hacer avanzar el proyecto. Por eso casi siempre son seres acomplejados y tienen miedo de ser descubiertos en su mediocridad flagrante; y su obsesión no es la calidad sino ocultar su vulgaridad.
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