Cárcel: condenado sin libertad... y sin sanidad

Una de las cosas que muy poca gente entiende es que cuando se habla de penas de privación de libertad estas llevan aparejadas una "condena" oculta: la privación de acceso a una sanidad decente.

La Ley Orgánica General Penitenciaria incluye que "la Administración penitenciaria velará por la vida, integridad y salud de los internos". Pues bien, esto no ocurre. Es algo que los equipos médicos de muchas cárceles españolas llevan denunciando desde hace mucho tiempo: que no hay personal, medios ni presupuesto para dar a los presos una atención sanitaria adecuada.

Algunos podréis pensar: "que se jodan, son presos, algo han hecho". Hemos establecido como sociedad que la privación de libertad es una forma de castigar los delitos, pero en ninguna parte hemos aprobado que no se les dispense atención médica. Y una persona privada de libertad que además sufre una enfermedad por la que no recibe atención se la está sometiendo no sólo a un castigo sino a tortura.

Un par de noticias de hace unos días.

www.eldiario.es/aragon/sociedad/CSIF-deficiente-sanitaria-Zuera-Daroca

CSIF denuncia una deficiente atención sanitaria en las cárceles de Zuera y Daroca por la falta de personal

No hay médicos presentes las 24 horas del día y es habitual que una enfermera sola tenga que atender urgencias vitales, según el sindicato

La prisión de Daroca cuenta tan solo con dos médicos para atender a 400 presos y la de Zuera, con más de 1.300 reclusos, dispone de cinco facultativos

CSIF alerta de que no hay médicos que quieran trabajar en las cárceles. El Justicia de Aragón señaló que debería haber médico presencial las 24 horas del día

sevilla.abc.es/andalucia/huelva/sevi-denuncian-no-garantiza-asistencia

Denuncian que «no se garantiza» la asistencia sanitaria en la cárcel de Huelva, con un médico por 300 internos

El sindicato Acaip advierte que «se está poniendo en peligro la vida de los reclusos» y traslada la situación a Interior, la Junta y el Defensor del Pueblo en Andalucía

La realidad es que apenas hay facultativos en los Centros Penitenciarios. Y en muchas no se cumple el hecho de que tenga que haber un médico las 24 horas del día, sino que se establecen turnos de guardia, por lo que los médicos están fuera de la prisión y pueden tardar en llegar hasta una hora en caso de urgencia.

Teniendo en cuenta que la población reclusa requiere, por ciertas particularidades, de una especial atención médica, el resultado es sufrimiento y muerte. Además, la escasez de personal hace que, por la inercia del agotamiento y la sobrecarga de trabajo de médicos y enfermeros, se produzcan incontables negligencias médicas.

Para empezar, las consultas médicas no suelen realizarse, como uno podría imaginar, en la enfermería de los Centros Penitenciarios, sino que se realizan en los módulos comunes en los que viven los presos, con una sala habilitada para tales efectos, que cuenta con... una camilla. El equipo médico que pasa consulta suele traer el material básico de la enfermería: un estetoscopio, un tensiómetro, una caja de bajalenguas y un botiquín con fármacos comunes. No se permite el alcohol, las agujas, los instrumentos afilados, las básculas, ciertos medicamentos (tranquilizantes, ansiolíticos, etc.) y otros artilugios eléctricos o mecánicos salvo, quizá, un ordenador portátil para anotar y cotejar datos.

Las consultas médicas que quedan en cada módulo suelen resolverse de dos formas: con un "no te pasa nada" acompañado de una baja médica para que el interno pueda quedarse en la celda o evite realizar actividades, o con una montaña de medicamentos, esencialmente analgésicos. Normalmente, cuando un interno acude a la primera consulta con grandes molestias, recibe grandes cantidades de medicamentos; es en la segunda consulta cuando, si las molestias siguen, se hace una exploración médica más profunda.

El problema es que, debido a los recortes de personal y de presupuesto, las consultas médicas se suceden una vez por semana y por módulo. Es decir, que el preso debe esperar semana tras semana si padece una dolencia significativa que los médicos no acierten (o no tengan ánimo) en solventar en la primera consulta.

Esto hace que en los módulos se formen listas de espera de hasta 30 internos, esperando a pasar consulta médica. El tiempo que emplea el médico en pasar consulta en cada módulo es de alrededor de 50 minutos. Haced el cálculo.

Para las consultas más serias, o que requieren de más material, se emplaza al interno a la enfermería, para lo que tiene que contar con el visto bueno del funcionario. En la enfermería, las consultas sí disponen de todo el material necesario. Evidentemente, no a todo el mundo se le deriva a la enfermería del centro, para evitar que haya presos yendo y viendo de los módulos a la enfermería, con los problemas de seguridad que eso generaría.

Sin embargo, en muchas ocasiones, la medicación ha de ser pautada y suministrada diariamente por un enfermero para evitar hacer un mal uso de los fármacos. Esto ocurre sobre todo con analgésicos potentes, psicoactivos, antidepresivos, tranquilizantes y demás medicación potencialmente peligrosa.

Para estos medicamentos, hay tres formas de reparto:

  • Suministro diario, excepto fines de semana y festivos, en los que el interno recibe toda la medicación para esos días.
  • Suministro por tomas.
  • Suministro por tomas con tratamiento directamente observado (TDO, el interno debe ingerir los medicamentos delante del enfermero).

¿Y qué es lo que ocurre? Pues esto:

www.lasprovincias.es/sucesos/preso-muere-carcel-20191208120820-ntrc.ht

Un preso muere en la cárcel de Ocaña II por posible sobredosis de medicamentos

[...] recibió antes de iniciarse el puente todos los fármacos que debía tomar a lo largo de estos días con el fin de que él mismo se los administrase a diario. Sin embargo, debió de tomar las dosis equivocadas y falleció.

www.correofarmaceutico.com/profesion/ocho-fallecidos-en-prision-en-cua

Ocho fallecidos en prisión en cuatro días, ¿qué culpa tiene la medicación?

"La relación entre la práctica habitual de dar a la población reclusa el tratamiento farmacológico correspondiente a los días del puente de una sola vez, para que ellos se administren, y las muertes por posible sobredosis de psicofármacos es desmentida por profesionales sanitarios. En todo caso, habría que esperar a las autopsias para establecer esta asociación."

Por supuesto, cuando ocurre una muerte, los equipos médicos echan balones fuera. La culpa es de los presos, que tienen tendencias suicidas; o de otras drogas que se consumen en prisión.

Porque claro, darle 10 pastillas de diazepam y otras 10 de escitalopram a un tipo que lleva cinco años entre rejas es lo más seguro del mundo. O darle gabapentinas a puñados a un tipo con historial por consumo de drogas, garantía de riesgo cero.

Es más común de lo que parece ver a presos haciendo la RCP como pueden a otros internos que están bajo una sobredosis, hasta que aparece un médico. O ver a dos presos cargar con otro preso medio muerto, o directamente muerto, a la enfermería, hasta que aparece una ambulancia del 112, media hora después.

Porque esa es otra: la salida de los reos del centro penitenciario por cuestiones médicas.

Generalmente, se necesita permiso del director, y coordinar la salida con la Policía Nacional, para que sean estos los que transporten y custodien al preso a las dependencias médicas. En casos en los que el interno haya disfrutado de permisos penitenciarios, sin contratiempos, y observe buena conducta, se le pueden otorgar permisos extraordinarios de "autogobierno", es decir, que sale y vuelve a la prisión por cuenta propia por un tiempo prudente para pasar la consulta y trasladarse.

En otros casos, si el preso no está disfrutando de permisos, y la consulta médica ha de realizarse en un centro demasiado alejado de la cárcel, el equipo médico la anula. Consultas a especialistas, revisiones por enfermedades pasadas o actuales... El equipo médico, para evitar papeleo y problemas, anula la cita. Esto es especialmente flagrante cuando para la consulta médica se necesita equipo especializado del que la prisión carece, como resonancias o TACs.

Pero sin duda, el peor caso es el de las urgencias extremas. Éstas, directamente no existen, especialmente si el interno se encuentra en la celda.

Lo primero que ha de hacer un interno si se encuentra mal en la celda es llamar a un timbre, que existe en cada celda, y que activa una alarma en la oficina de los funcionarios. Ésta alarma puede ser oída o no: puede dar la casualidad de que los funcionarios estén durmiendo profundamente, o que no se encuentren en el módulo ya que están charlando con otros funcionarios en otras dependencias. Una vez acuden a la celda, el carácter de los funcionarios, por motivos obvios, puede no ser todo lo amable que se pueda desear. Son los funcionarios los que deciden si hay razones para que el médico acuda a la celda o no: en ningún caso se le deriva directamente a la enfermería. Y cuando el médico acude a la celda (puede ser tras diez minutos, o tras media hora si no hay ninguno de guardia), éste puede decidir si darle un tratamiento rápido en alguna forma de medicamento o derivarlo a la enfermería, pues en ese momento nunca lleva material para poder hacer una consulta médica.

Así que ya sabéis: no cometáis delitos porque no sólo os podéis ver privados de libertad, sino de salud. "Resfriados" que derivan en neumonías, "torceduras de muñeca" que derivan en fisuras, "falta de sueño" que derivan en depresiones de caballo, "gases" que derivan en cólicos nefríticos... en definitiva: el sistema sanitario de las cárceles españolas es, en sí, una gran colonoscopia.