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Canción de cuna para el mutante

Era calvo, pesaba 51 kilos, estaba demacrado y lleno de cicatrices, la nariz deconstruida y las costillas rotas en varios pedazos. Ese, lo juro, no era, por más que lo digan unos forenses desalmados, Michael Jackson. Todos los que no han perdido aún el juicio saben que aquel que cantaba Say Say Say con Paul McCartney, disfrazado como un bufón en el Far West de pacotilla, era un ser mágico. Solamente alguien de textura angélica podía volver soportable los calcetines blancos con pantalones pesqueros.

| etiquetas: jackson , pastiche , mestizaje , postmodernidad

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