Hay más casos sonrojantes. En el barrio de Russafa han colocado un cajetín en una bicicleta amarilla, muy identificable, atada frente al portal. La bici monopoliza una barra de aparcamiento público y los vecinos de la zona denuncian que los propietarios del piso «ni siquiera disimulan hinchando las ruedas de vez en cuando. Eso sí, el cajetín está impecable».
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