Al modo de la aldea gala de Asterix, las cajas rurales resisten todavía (¿y siempre?) a la crisis financiera iniciada ya hace cuatro años. Lejos de los focos que se dirigen a los grandes bancos o grupos de cajas de ahorros, estas entidades se encuentran en su propio proceso de concentración, sin haber recibido, hasta la fecha, un solo euro de ayudas públicas.
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