Las cajas de ahorros españolas, esa peculiaridad del sistema financiero a la que se aisló durante años del ansia de crecimiento de los bancos para que estos no contaminasen su función social, se revolvían ayer por la tarde sin saber qué postura tomar. Las palabras de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, sonaban a sentencia de defunción del modelo pero, en lugar de inmediata como se había especulado, con temporizador. Algunos analistas creen que serán compradas por bancos.
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