Lunes por la mañana. No puedes con tu alma. Los ojos se te cierran camino de la oficina, das cabezadas en el metro y no piensas más que en volver a tu cama calentita. Encima sabes que te esperan demasiadas horas de trabajo, de soportar a tu jefe. Necesitas un café, pero no un café cualquiera, esta parece tarea para el café más fuerte del mundo.
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