El exceso de subterfugios pudo enredarse entre las aspas. Los dos formidables artefactos, capaces de levantar un autobús lleno de imputados, no pudieron finalmente sostener las afirmaciones del presidente del Gobierno acerca del caso Bárcenas, de su política económica y de la honestidad como concepto general, y cayeron estrepitosamente ayer a las once de la mañana, hora peninsular, sobre la sierra de Madrid.
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