Podría tratarse de cualquier negocio en cadena, da igual, una peluquería o un gimnasio o una clínica veterinaria. Pero son especialistas en “masajes eróticos” y una visita a uno de sus locales confirma que lo que allí se practica se parece extraordinariamente a la prostitución de toda la vida, aunque con una diferencia: todo está normalizado y las chicas, dadas de alta.
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