El juez no debió de calcular sus fuerzas, y fue una buena ocasión para cargar contra el en esa extraña alianza entre jueces y políticos para acabar al que tanto odiaban. Unos por corporativismo y otros por meter las narices donde apestaba. Casi nadie salía en su defensa; y, al margen de sus errores y de las críticas, algunas acerbas, que yo mismo le había hecho, pensé que por encima de todo estaba la lealtad a la justicia.
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