Un puño de cabras de 50 a 60 individuos se desayuna las flores de las lápidas del cementerio de Lomo de Maspalomas, camposanto ubicado a una vera del barranco de Fataga, semidesértico páramo cuyo único verde en varios kilómetros a la redonda se encuentra allí, justo donde las tumbas. Dos sutiles agujeros en la protección del recinto constituyen el acceso al novedoso menú de este ganado suelto, en una degustación a mansalva de la que no escapan ni las flores adquiridas en los chinos,de plástico, pero que también han terminado roídas a bufé libre
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