Pero lo que más me mola de septiembre desde que me dedico al niñering –y ya son muchos años– son las webs de cuidadoras llenándose de anuncios de padres y familias. Anuncios apresurados, exigentes, a menudo telegráficos, casi desdeñosos, como si aún les cobrasen las palabras por gramos. Demandas lacónicas sin apenas más explicación, igual que cuando hablas con el bot asistente del teléfono. Lo más cautivador es el descaro con el que se atreven a pedir el C1 de inglés para recoger a un crío del colegio.
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