Es alto, grande, fuerte. Inmenso. Por eso a Ioan Clamparu, uno de los mayores traficantes de mujeres del mundo, lo llaman Cabeza de Cerdo. Tiene otro apodo, Papá. Es uno de los fugitivos más buscados por Interpol y por la Policía Nacional; el criminal-empresario rumano de 42 años que montó el negocio de prostitución de la Casa de Campo; el que cobra por cada puesto de meretriz de la colonia Marconi, en Villaverde (Madrid); el que dirige todo sin que apenas ninguno de sus centenares de empleados llegue a verle la cara.
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