A Rajoy no se le conoce una verdad, y en ningún ámbito, desde que le hacía la oposición a Zapatero. Si nosotros, usted y yo, ciudadanos corrientes, tuviéramos un familiar, un amigo, un vecino que disparatara con la soltura del presidente y en direcciones tan opuestas, hablaríamos, si no con él, con su mujer, sus hijos, su médico de cabecera, para alertarles de lo que ocurre, por si hubiera que tomar medidas de carácter clínico antes de que acabara con su prestigio y con el de su entorno. Que se jodan. No hay perversión que nos sea ajena.
|
etiquetas: el burdel