Amparados en nuevas legislaciones las autoridades ahora están en capacidad de detener y condenar a personas por actuaciones que antes parecían faltas menores. Para muchos usuarios de Internet, suplantar a otra persona en una red social, revelar secretos en un correo electrónico o dañar la imagen de un producto con historias falsas puede parecer simplemente una broma pesada o una venganza inofensiva. Pero a las autoridades de varios países esas bromas no les producen gracia, y están deteniendo a los autores.
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