Han empezado a aparecer las dudas y las voces disidentes dentro de los propios partidarios del Brexit. Los pescadores se sienten traicionados (siempre estuvo claro que iba a ser así), el sector de los servicios financieros lamenta no haber sido incluido en el pacto (todo se habrá de negociar a partir de ahora), y los euroescépticos feroces se huelen la tostada de que para conseguir que no haya tarifas, Londres va a seguir vinculado a las normas de la UE en materia de medio ambiente, trabajo y subsidios.
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