El acuerdo de paz de Viernes Santo, firmado en Belfast en 1998 y que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto en la región, contempla la ausencia de barreras físicas en la isla que comparten la República de Irlanda e Irlanda del Norte, territorio que pertenece a Reino Unido. Desde entonces, los ciudadanos de uno y otro lado pueden cruzar la frontera sin pasar por ningún control. La venta de bienes y servicios se realiza con pocas restricciones, dado que ambos permanecen en el mercado común europeo y en la unión aduanera.
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