En todo caso, el capital que hipotéticamente está entrando ahora debe de ser tan solo una pequeña proporción del que ha salido a lo largo de los cinco últimos años. Es lo que tiene la globalización, que el capital entra y sale a su antojo, hincha como un globo la economía de los países y más tarde los deja como un erial. Lo experimentaron fuertemente los países de América Latina y del Sudeste Asiático, y ahora es Europa la que lo está aprendiendo.
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