Ayer Girauta llamaba "luz de las naciones" a Israel justo después de que sus soldados asesinasen a cerca de cincuenta palestinos provocando la condena de la ONU, que le acusó de "matar de forma indiscriminada a civiles". Nadie en España alcanzó semejante grado de connivencia e insensibilidad ante el asesinato de inocentes.
Hace unos días, Jimenez Losantos pedía bombardear Barcelona. Dado que no hay ningún ejército ni grupo armado que se haya alzado en la ciudad, estaba pidiendo el bombardeo de civiles. El también quiere que España sea "luz de las naciones". Últimamente no para de alabar a Ciudadanos mientras despotrica contra Rajoy.
Torra fue elegido President. Es un representante de la derecha más rancia, antisocial y xenófoba, pero el 155 ha provocado que una mayoría parlamentaria se agrupe en torno a él. En ese contexto, Ciudadanos pide que se siga aplicando el 155 y se suspenda indefinidamente la autonomía catalana. No hay razón legal para ello, pues el nuevo President no ha incumplido ninguna ley y cuenta con el apoyo de la mayoría. Pero Ciudadanos considera legítimo sustituir la voluntad de los catalanes por la de un virrey, simplemente porque no han votado lo que ellos quieren.
Hoy más que nunca se observa con nitidez el peligro de la ultraderecha. Los que alaban sin complejos el asesinato indiscriminado de civiles árabes. Los que piden bombardear una ciudad donde no se ha disparado un tiro contra nadie. Los que quieren imponer por la fuerza a los catalanes lo que deben pensar. Los que consideran que la fuerza bruta es la mejor herramienta para enterrar ideas inconvenientes.
El populismo de ultraderecha está dispuesto a cruzar líneas que Rajoy teme. A exacerbar el sentimiento independentista a fuerza de represión sin base legal. A usar esa exacerbación para generar más represión y causar una espiral no sólo peligrosa, sino también injusta. A tapar la Razón y el progreso con un mar de banderas y odio. A borrar la tolerancia, el diálogo y el respeto por la diversidad y los derechos del que no piensa como uno. En definitiva, a fomentar el embrutecimiento de los ciudadanos, a hacerles aceptar y defender los abusos y ataques contra los colectivos satanizados, para generar una conciencia social donde sea aceptable acabar aplicando esa misma represión hacia quien reivindique una vida digna y se enfrente a los poderes económicos.
Rajoy es repugnante, pero la ultraderecha es aún más peligrosa que el. Y hoy pueden ganar.