En el momento en que se ideó este proyecto pudo tener su utilidad. Ciertamente, a finales de la Gran Guerra, hacia 1917, la tecnología aérea dedicada a la destrucción desde el aire, los primitivos aviones bombarderos, no eran precisamente certeros en sus ataque, ni tan siquiera en la identificación desde las alturas de sus objetivos. ¿Por qué no crear entonces una ciudad fictícia que desorientara a los pilotos y fuera bombardeada, salvando a la ciudad real? Sin radares, navegando visualmente, sobre todo entre brumas, pudo haber funcionado.
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