Si, en vez de yogur a secas, lo toma con Lactobacillus y Bifidobacterium con la esperanza de que esos microorganismos equilibren su flora intestinal, es muy posible que esté haciendo el canelo. La publicidad dice que los productos lácteos probióticos o bio hacen maravillas; la ciencia no lo tiene tan claro. Un grupo de investigadores dirigido por Nathan P. McNulty, de la Universidad de Washington, asegura hoy, en la revista Science Translational Medicine, que el consumo de yogur probiótico no altera la flora intestinal. Vamos, que no sirven.
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