Si hablamos de cómic underground, quizá nos vengan a la cabeza nombres como Robert Crumb o Justin Green, y lo asociemos a los sesenta y setenta, cuando esta manera de hacer cómics de espalda a las grandes corrientes mayoritarias explotó y se convirtió en un género en sí mismo. Pero mucho antes de eso, desde los años veinte, circulaban en Estados Unidos en la clandestinidad las llamadas “biblias de Tijuana“, unos pliegos de cómic que consistían en historietas pornográficas protagonizas por personajes muy populares en la época.
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