En tiempos de lectura digital es casi un deber reclamar la belleza del libro en papel. En tiempos de confusiones históricas es también un deber romper una lanza por determinados episodios históricos, falazmente tergiversados. En tiempos de tanta atrocidad, es un deber más allá del placer disfrutar con maravillas como las portadas literarias soviéticas de los años 30. Deléitense.
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