Los gais y lesbianas, que son tan redichos y sensibles como cualquiera, han respondido enseguida que no necesitan a Belén Esteban para nada. Utilizando la expresión más popular de la siliconada diva, han venido a decirle a la Esteban que se puede meter su solidaridad de pago en el potorro. Lo peor de la telebasura no es que cree monstruos de silicona, bótox y potorro. Lo grave es que esos monstruos se arrogan la representatividad de un colectivo, de un sexo, de un gremio o de un pueblo entero, en cuanto te descuidas.
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