La cultura popular ha difundido la idea de que nacemos en blanco, que somos como la arcilla fresca, que se nos puede moldear así o asá, que la responsabilidad en la educación de un niño reside exclusivamente en los padres o en sus educadores.Pero lo cierto es que nacemos con muchas características que vienen de fábrica. Por ejemplo, un recién nacido puede distinguir de manera innata entre ruido y tono. A los 4 meses, el niño prefiere tonos armoniosos, y a veces reacciona a las notas discordantes con una expresión facial de disgusto.
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