Con 17 años, Chris Biblis recibió el encargo de su madre más extraño que había oído en su vida. No quería que fregase los platos ni que recogiese su habitación, sino que se plantase en un instituto de fertilidad para donar su semen. 22 años después, esa orden aparentemente absurda ha hecho que por primera vez se convierta en padre, pese a no poder tener hijos. La respuesta está en el cáncer que padecía ya desde los 13 años y que le dejaría infértil posteriormente por el tratamiento de quimioterapia al que se sometió.
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