El lanzamiento de miles de naves por parte de las distintas agencias espaciales en los últimos decenios ha causado una aglomeración de basura en las órbitas que hace peligrar misiones militares, comerciales y científicas. Las distintas instituciones espaciales siguen de cerca estos desperdicios para evitar desastres como el impacto, el pasado febrero, de un satélite ruso y otro estadounidense, de 790 y 560 kilogramos, que originó sendas nubes de basura espacial.
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