Hubo un tiempo, muy fugaz, de apenas unos días, en el que yo mismo sentí que mi reclamación tenía alguna posibilidad de prosperar. Ese tipo listo que sale en los periódicos presumiendo de haberse hecho millonario por una mezcla bien medida de suerte y cara dura por fin podía ser yo. Ese tipo al que todos odian por su inmerecido golpe de fortuna podía ser yo. Por fin yo.
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