Héctor Cavallero, un alto directivo de River (Arg) reconoció por primera vez una práctica común en toda Sudamérica: los barrabravas reciben apoyo explícito del poder para operar en los estadios. "Hace seis años se apostó a darles facilidades a un grupo para que manejaran la tribuna. Empezó a funcionar todo muy bien hasta que un día estos chicos... fabricamos un Frankestein que no pudimos controlar", afirmó. Los violentos también son dueños de pases de jugadores ¿En manos de quiénes está el poder?
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