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Lo demostró, el miércoles pasado, la portavoz ultra Macarena Olona, durante la sesión de control, calificando de "muy fea" a la vicepresidenta Yolanda Díaz y de "perros rabiosos" a los sindicatos. Y pasó como si nada. La presidenta Meritxell Batet ni siquiera le dio un toque de atención, ni una advertencia. Nada de nada: sólo pedir "silencio" al resto de diputados. La sesión plenaria siguió como si nada hubiera pasado. Ante la impunidad, al día siguiente volvió a la carga por el pool de prensa de los pasillos del Congreso:
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