Un pacto no escrito permite que decenas de guarderías privadas de Barcelona sigan abiertas pese a carecer de la obligatoria licencia municipal. Sobre algunos de esos centros, que educan a niños de hasta tres años, pesan órdenes de cese de la actividad e incluso de precinto. Pero no se ejecutan porque la falta de plazas públicas que padece la ciudad pesa más que una situación de...
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