“La empleada de la sucursal puso mi dinero en un producto financiero ilíquido, perpetuo, no garantizado y destinado a inversores cualificados”. Quien hace estas declaraciones es Ángela García, una de los más de 700.000 afectados por las participaciones preferentes. El dinero del que habla son todos sus ahorros y el problema de la operación que explica está en que su banco
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