¿Quién quiere acelerómetros, pantallas capacitivas, HSDPA y demás virguerías cuando tiene a tiro el chasquido de una máquina de escribir de toda la vida? Si creías que estos artilugios del jurásico eran cosa del pasado estás en un craso error: el ayuntamiento de Nueva York (sí, la ciudad de los rascacielos) acaba de firmar un contrato para el suministro de cerca de un millón de dólares en máquinas de escribir eléctricas.
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