Poco ha durado el invento de los estanques bajo el puente de Segovia, en Madrid Río. Cuando el Ayuntamiento de la capital inauguró la zona, el pasado 10 de mayo, vendió las balsas como un lugar perfecto para refrescarse los pies en verano. Sin embargo, todavía no ha pasado ni un mes y los estanques (que costaron 13,4 millones) ya no son aptos ni siquiera para remojarse: el Consistorio ha colocado unas vallas a un metro del borde de las balsas para impedir que la gente se acerque al agua.
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