La situación de una treintena de vecinos cercana a la Alhambra, ha llegado a ser desesperada. Desde hace meses sufren la presencia diaria de grupos de personas, la mayoría jóvenes, que convierten un mirador al final de la calle en su espacio favorito para el botellón, aparcar los coches discoteca, e incluso hacer el amor con sus parejas, «además de consumir todo tipo de drogas», dicen los vecinos, que han llegado a embadurnar con grasa el bordillo del mirador para evitar que puedan sentarse.
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