Lo que ocurre es que esa irrefrenable sed de venganza sobre los vencidos no va a tener fin. Visto lo visto, los que se pretenden los vencedores no sólo no están en desacuerdo con la declaración de ilegalidad de la doctrina Parot y protestan por ello, sino que en el caso de que los ciento y pico presos tuvieran que seguir en la cárcel hasta cumplir treinta años, o cuarenta, o los que fueran, los pretendidos vencedores seguirían saliendo a la calle a protestar, seguirían acosando a los vencidos porque lo que les pide el cuerpo es esa repetida sen
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